lunes, 18 de mayo de 2009

Devaluación, distribución y "modelo"

Leyendo el interesante post de Abel y orientado principalmente por la postura desarrollada por Artemio aquí, me surgen una serie de consideraciones que vuelco a continuación y que creo centrales de lo que está en discusión entre el modelo K y el rsto de las fuerzas políticas y sociales en pugna.

Las siguientes deben calificarse como Observaciones en tanto y en cuanto resultan de la observación, propiamente dicha, de ciertos fenómenos asociados a la producción de valor y a su justa compensación en función del mecanismo de devaluación de la moneda. Son por tanto observaciones pragmáticas de un observador autodidacta sin introducción de recursos académicos específicos.

Al mismo tiempo señalo que asumo el punto de vista Nacional y Popular, es decir de protección de los intereses al interior de la Nación y de justicia distributiva al interior del conjunto de actores necesarios para la producción de valor.

Esta postura es política dado que a su alrededor se producen forcejeos de distinta intensidad respecto del poder necesario para garantizar que los beneficios del valor producido sean para todos los responsables de su producción o sólo para un conjunto reducido de personas que se los reservan a través de la manipulación de dichos resortes de poder, es decir, a través del ejercicio de la política.

La devaluación en un mecanismo que deprecia el costo de los recursos internos de un país permitiendo obtener rentabilidad ofertando exportaciones a menor precio del promedio en el mercado internacional.

A ojo de buen cubero los principales recursos internos de los países son: el trabajo y los recursos naturales.

Si intentamos identificar a los dueños o tenedores finales de esos recursos apuntaremos, respectivamente, a trabajadores y Estado, concebido éste como representación ideal del conjunto de los habitantes presentes y futuros y para una mejor identificación de efectos hablaremos de "comunidad".

La devaluación, entonces, produce una compensación menor, en divisas (para el caso: dólares), de los trabajadores en particular y de la comunidad en general.

El modo de impedir daño a los dos actores identificados, debería ser evitar que los bienes y servicios que pagan ellos, se dolaricen, es decir aumenten en función de la divisa.

Para evitarlo , un primer mecanismo es minimizar el impacto de bienes o servicios importados, dado que estos se cotizan en divisas/dólares.

Aquí podemos identificar insumos, servicios (como la televisión por cable y servicios internet que para el acceso internacional pagan en divisas) y bienes (como vehículos y maquinarias importadas).

Si la oferta interna de bienes y servicios es adecuada no hace falta recurrir a su importación y por lo tanto no deberían sus precios en el mercado interno verse incrementados.

Si los bienes y servicios necesarios para consumo interno son producidos internamente sin dependencia de bienes ni productos importados, su precio no encontraría razones de aumento y de ese modo sus consumidores (nuevamente los trabajadores y el resto de la comunidad) estarían a salvo de un impacto negativo por la depreciación de sus salarios (trabajadores) o tenencias en recursos naturales (comunidad).

El problema surge cuando estos bienes y servicios de origen interno (nacional) son también exportables dado que ello permite venderlos en mercados que tendrán (tras la devaluación) mejor poder de compra (a traés de sus dólares) y estarán dispuestos a pagar por ellos mayores precios (en pesos) que los que el productor/extractor logra del mercado interno. Por ejemplo, ¿por que una bodega vendería en el mercado interno a $10 una botella de vino que en el mercado internacional puede vender a $15?

Esa situación produce un divorcio entre la rentabilidad lograda por el exportador (que vende en divisas) y la obtenida por su actividad y sus recursos por el trabajador y la comunidad.

El único modo eficaz de evitarlo, y así evitar el daño al trabajador y al dueño de los recursos involucrados en la producción del vino es generar mecanismos que reconduzcan los beneficios extra obtenidos a la totalidad de los actores involucrados, es decir al empresario productor/exportador, a los trabajadores y a los tenedores de los recursos involucrados (la comunidad a través del Estado).

Uno de esos mecanismos es el de las retenciones. Al retener (quitar) al exportador la diferencia que hace al vender a mayor precio en el mercado externo, el Estado queda en poder de recursos redistribuibles que puede hacer llegar a los dueños de los recursos involucrados en ese mayor valor (“oh my god, dijo plusvalía!?”) es decir al Estado/comunidad disponibilizador de esos recursos y al trabajador que entrega su fuerza de trabajo.

En síntesis, una devaluación (gradual o brusca) sin retenciones sólo lleva beneficios al empresario exportador o a aquel que, monopólicamente, fija un precio de mercado interno igual al del mercado internacional.

Otro modo de tener mayor rentabilidad es la inflación, es decir aumentar el precio de los bienes ofertados en el mercado interno pero, al mismo tiempo, remunerar proporcionalmente a todos los actores involucrados.

En cualquier caso, la solución para quienes nos consideramos nacionales y populares, pasa por aumentar el poder de producción de valor dentro de la nación ( es decir en el mercado interno ). La posibilidad de exportar, pasa, desde este ángulo nac&pop, por ciertas consideraciones centrales:


  1. Sólo se debe exportar el excedente. Es decir que, se destina al comercio exterior sólo el excedente resultante de haber satisfecho las necesidades internas.

  2. En el caso de la soja por ejemplo, se trata de una producción donde los que se exporta no es, en su instancia final, excedente de nada, dado que internamente no se la consume en magnitud significativa.

  3. Lo que se exporta de la producción sojera, y que sólo debe exportase en cuanto excedente, es la capacidad productiva interna a ella destinada incluidos los nutrientes y catalizadores incluidos en el grano, y llamaremos excedentes a auqellos recursos aplicables a su producción una vez que esté satisfecha la demanda interna de dichos recursos para la producción de otros bienes que sí sean demandados por el mercado interno (Como es el caso de la tierra destinada a la cria de ganado para carne o leche y la siembra de maíz o trigo)

  4. El objetivo es que lleguen a los integrantes de la comunidad los bienes producidos, en tanto resultado de los esfuerzos y recursos por ella invertidos para producirlos.

  5. Alternativamente, y solo secundariamente, se podrá producir al sólo efecto de obtener divisas que permitan aquello que no es posible producir internamente.

  6. Lo destinado al consumo interno no se debe pagar a precio internacional. Está destinado a satisfacer la demanda interna y no a obtener divisas. Este es un fin legítimo en sí y es superior al fin del lucro.

  7. Los beneficios o renta excedente obtenidos por diferencia de cambio deben ser redistribuidos mediante los mismos mecanismos compensatorios/remunerativos que los aplicados para el mercado interno (salarios, premios, etc.)

  8. Si bien, en definitiva, la devaluación gradual y la brusca (diría brutal) producen a mediano y largo plazo los mismos efectos, cabe señalar que la devaluación gradual permite, cuando existe un gobierno que arbitre dichos recursos, adecuar, también gradualmente la compensación y distribución adecuada del plus-valor obtenido mediante exportación.

  9. Los efectos colaterales negativos del comercio externo y sus recursos asociados como la devaluación, se pueden minimizar maximizando la capacidad interna de producción de valor agregado diversificado tendiente a cubrir la mayor y más diversificada demanda posibles.

  10. Debe considerarse necesario educar al consumidor en tendencias al consumo de bienes y servicios necesarios dado que la ampliación de la demanda debe ser acorde a la capacidad de satisfacerla mediante recursos propios.

Finalmente, esto también es “el modelo” y debe, cada vez más apostar a mayor valor agregado y a menor produción primaria. Más INVAP y menos soja, más "auto argentino" o "avión nacionale" y menos extracción minera.

Si alguien cree que no está claro porque votamos por el modelo K el 28 de junio aún cuando dista de ser perfecto, puede tranquilizarse pensando que lo hacemos por el choripán.

El 29J estaremos presionando por el valor agregado y la distribución y pujando por modular el manejo de las devaluaciones. Es decir, haciendo política.

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